Por Víctor Ml. Pérez QuiñonesEstaba yo por cumplir 12 años, cuando subí a un cocotero (mata de coco), en el patio de las ruinas del antiguo Teatro Colón, en la céntrica calle Mella.
Mi madre (EPD en 1976), trabajaba como doméstica en la residencia de la familia Herrera. Doña Luz Herrera, vivía allí junto a su anciana madre, doña Ana y recibía las visitas de dos sobrinos, recuerdo a una joven llamada "La Nena" y el otro llamado Papi.
Hacía varios años que mi primogenitora Ramona Quiñones Quezada (Monsa), trabaja como doméstica con esta familia.
Una tarde, me puse a inventar y subí al cocotero, por cierto bastante alto. No recuerdo si fueron las avispas que me atacaron. Pero la verdad es que caí del árbol.
Recuerdo que cuando venía en el aire atraído por la fuerza de gravedad de la tierra, yo venía agarrado de dos pencas de la mata de cocos, que me sirvieron como para amortiguar la caída, que parecía mortal.
Al caer al suelo, me hallé acostado bocarriba (horizontal) y todo mi cuerpo temblaba. Cuando traté de levantarme, la pierna izquierda en su parte superior (el muslo donde está el hueso fémur), se me dobló, como si estuviera doblando una de mis rodillas.
Entonces comencé a gritar y fue cuando llegaron unas personas que, me recogieron y me llevaron al hospital Carl Theodor Georg. Una vez allí, me llevaron a la sala de operaciones.
Recuerdo que me anestesiaron desde la cintura hacia abajo; la operación la estaba dirigiendo de manera personal, el médico alemán al que todos cariñosamente en SPM le decíamos "Mister Yo", y duró como 3 horas.
Junto al doctor Georg, estaban el doctor Niní Rissi (EPD) y recuerdo al doctor Caonabo Medina, que en ese entonces era estudiante de ortopedia. Había otros médicos allí, pero no recuerdo sus nombres.
Recuerdo que escuchaba los martillazos que recibía cuando entraba a mis huesos un llamado "clavo" que atravesaba mis huesos: La tibia y el peroné, esto aparte de algo que los ortopedas llaman "cangrejo" dos pedazos de hiero con puntas afiladas con varias pesas, colgando de la parte trasera de mi pie izquierdo (Talón de Aquiles).
En la sala No.50 del hospital, yo estuve más de 2 meses con mi pierna encaramada en una especie de catre. Cuando me lo quitaron, tuve que aprender a caminar de nuevo.
O sea, que esta vez mi Dios (Jehová), también me salvó; porque si hubiera sido de cabeza o de lado, no lo estuviera escribiendo. (Espere la 4ta. Parte de las veces que mi Dios (Javé) salvó mi vida, por el propósito que tenía o tiene conmigo. Amén.
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