Periódico El Higuamo

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Jesucristo es la resurrección y la vida

Jesucristo dijo en San Juan 11:25:28: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente". Es evidente que la muerte es una de las realidades más crudas de la existencia humana.

Tarde o temprano todo ser humano se encontrará frente a frente al hecho inevitable e inexorable, a la realidad solemne de la muerte. La muerte no discrimina y alcanza a todos por igual; es algo que nadie puede evadir. La Palabra de Dios señala de manera categórica en Heb. 9:27: "Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio".

¿Qué es la muerte? ¿Qué cosa hay que pueda durar más allá de esta vida? Esta ha sido una de las preguntas más trascendentales de la humanidad. Filósofos antiguos y modernos han tratado de contestar esta pregunta. Pero sólo Cristo tiene la respuesta precisa y exacta que anhelan nuestros corazones.

De una cosa podemos estar seguros, la muerte es más que un hecho puramente biológico; desde la perspectiva bíblica, la muerte es un enemigo que será finalmente destruido en el nuevo orden que será muy pronto establecido (Cor.15:26-55).

Ciertamente, la muerte es un enigma que plantea muchas interrogantes; pero en la Palabra de Dios encontramos amplias respuestas a las mismas. Dios creó al hombre para la vida, no para la muerte, y es por eso que cada uno de nosotros lleva muy profundo en el corazón ese anhelo de inmortalidad.

Vemos que hoy en día muchas personas viven como que en un día no tuviesen que morir. Decía el famoso escritor y filósofo francés Blas Pascal: "Ya que los hombres no han podido librarse de la muerte, se las han ingeniado para no pensar en ella y ser felices". Pero la palabra de Dios nos exhorta a que nos preparemos para el día inevitable en que Dios nos llame a su presencia (Amós 4:12).

La transitoriedad que caracteriza a la vida del hombre se pone de manifiesto, alcanza su máxima expresión en la muerte. Cuántos planes, cuántas ambiciones e ilusiones quedan inconclusas cuando la muerte hace su aparición.

De ahí que la decisión más sensata e inteligente que una persona pueda llevar a cabo es hacer provisión para algo que supere las barreras de la muerte; algo que trascienda sus límites. Decía un famoso sicólogo: "La mejor inversión que una persona puede hacer en la vida es dedicarla a algo de valor. Solamente Cristo puede dar al hombre la gloriosa esperanza de una vida más allá de la muerte. Por eso El dijo: "Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mi aunque esté muerto, vivirá". Entrega tu vida a Cristo hoy, y podrás decir con el Apóstol Pablo: "Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia" (Fil.:21) ¡Que Dios te bendiga!

Si quieres ser salvo, levanta tu mano y di: "Señor Jesucristo, me arrepiento y te recibo como mi único señor y Salvador. Perdóname e inscribe mi nombre en el Libro de la Vida". Amén.