Por Coral Maldonado Roa.
Arrecifes del Coral
¿Existe alguna conexión entre el sufrimiento y la enfermedad? ¿Pudo la soledad y el sufrimiento debilitar las fuerzas de la poetisa Salomé Ureña y provocar su muerte? ¿Tal vez la compañía de su esposo y más alegría hubiesen prolongado su vida?
La novela Ruinas autoría del cuentista y novelista dominicano Rafael García Romero , da a conocer cartas personales llenas de angustia y desolación que la gran poetisa Salomé Ureña , en los momentos más duros de su enfermedad, dedicaba a su amado Francisco Henríquez Carvajal que estuvo cinco años estudiando Medicina en Paris y otros tantos ejerciendo en Haití. En ellas expresaba su profundo deseo de que regresara, y se percibe que con cada carta y con cada día, con más ausencia y con menos esperanza de cumplirse sus sueños, se complicaba su salud. ¿Entonces podemos afirmar que el sufrimiento provoca enfermedades?
Aunque la ciencia no ha logrado afirmar que exista una relación estrecha entre el sufrimiento y las enfermedades, diversos estudios han demostrado que un evento psicológico puede provocar el resfriado común, y hasta advierten que las personas tristes o depresivas sufren más resfriados. El sufrimiento no sólo puede causar una depresión psiquiátrica sino, también, afectar al sistema inmunológico y hacer que el cuerpo sea menos hábil a la hora de luchar contra virus y bacterias.
Según la psicoanalista Alejandra Menassa especialista en el estudio de la relación entre las emociones y las enfermedades (medicina psicosomática), no se puede decir que los acontecimientos traumáticos provoquen en sí enfermedades, pero sí que lo hace "la manera que tiene cada uno de reaccionar ante tal suceso". Dice que algunas enfermedades son provocadas "más por la angustia que por la depresión" y, entre ellas, destaca la hipertensión. La depresión facilita mecanismos que pueden predisponer hasta un episodio cardiaco.
Algunas consecuencias del sufrimiento van desde variaciones en el sistema nervioso hasta cambios en la inmunidad o en la inflamación. Sin embargo, la prudencia vuelve a imperar a la hora de establecer un nexo directo entre sufrimiento y enfermedad. Por eso "Lo más prudente es decir que en algunos estudios se han observado y en otros no". Siempre hay que procurar nuestro bienestar físico a partir del bienestar mental. Me atrevo a decir que tal vez hubiésemos disfrutado más de las creaciones poéticas de Salomé, si esas fuerzas que dedicó al sufrimiento las hubieses dedicado a su bienestar.
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