Periódico El Higuamo

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Barre de tu vida todo lo que te aleja de Dios

"Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti". (Isabías 60:1-12) Levantarse de una caída expresa determinación para continuar las acciones con que se inició algo. Para resplandecer debemos levantarnos de pensamientos de derrota que permanecen en nosotros, un pasado destructor que recordamos constantemente, no viviendo un presente con alegría y anhelando un futuro con esperanza. El pasado solo te debe servir de escalera para avanzar.

 

Debemos levantarnos de la esterilidad espiritual: como sucedió con Ana en (1ro. De Samuel 1:8-9) "Y se levantó Ana". Es necesario derramar el corazón delante de la presencia del Señor, levantándonos de la amargura, la tristeza y de esa misma esterilidad para poder dar fruto.

Cuando nos levantamos comenzamos a resplandecer, lo oscuro a nuestro alrededor va a tener que ver la Gloria; Gloria de Dios que ha nacido sobre nosotros.
"Aléjense de todo lo que pueda ocupar el lugar de Dios en el corazón".

(1 Juan 5:21) Una planta necesita un ambiente perfecto para crecer (tierra, sol y agua). Así como la planta, necesitamos un ambiente perfecto para crecer en nuestra relación con Dios, que es la más importante en la vida. Para lograrlo es necesario hablar con Dios diariamente, dile todo lo que hay en tu corazón; El te escuchará. Lee la Biblia, conoce a Dios y también el camino correcto que debemos seguir. Buscar amistades que te apoyen y te animen a crecer en tu relación con Dios habla a otros de que Dios está ahí para ellos y los ama.

Me darás a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; en tu diestra, deleites para siempre. (Salmo 16:11).

Esta es la palabra de fe: que si confiesas en tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó, serás salvo. (Romanos 10:9) Acepta el mejor regalo que Dios tiene para nosotros, la salvación por medio de Jesucristo.

Señor Jesús creo en ti, gracias por amarme, reconozco que soy pecador, que moriste en la cruz por mis pecados y resucitaste. Te abro las puertas de mi vida, te recibo como mi Señor y Salvador, ocupa el lugar más importante de mi vida y has tu voluntad en mí. Gracias Padre por la vida eterna que me das en ti, en el nombre de Jesús. Amén.