Cuando Dios creó al hombre lo hizo para que disfrutara de plena felicidad. Le proveyó de todo lo que necesitaba: Alimentos, lugar donde vivir y una compañera.
Adán y Eva fueron colocados en el Edén, donde estaba el Árbol de la Vida, que el Creador había puesto para el disfrute de nuestros primeros padres.
El edén ha sido motivo de la más sublime imaginación humana. Este se ha presentado de diversas formas, sólo para expresar la hermosura de aquel lugar idílico. Así describe la inspiración tan hermoso paraíso: "Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de la vida en medio del huerto". (Gen.2:8,9). El relato describe las perfecciones divinas de la naturaleza con las que el Creador vistió este agradable paraíso.
Lo triste de la historia es que el hombre violó un expreso mandato divino. Adán y su esposa comieron del fruto que Dios les había prohibido, por lo que fueron expulsados del Edén. (Desde luego que esta expulsión no puede verse como un acto de injusticia de parte de Dios, porque siendo el Soberano de su creación y dador de las leyes que la rigen, tiene todo el derecho de hacer lo que él considere realmente justo).
La pareja perdió su felicidad edénica. Desde entonces los seres humanos andan errantes por el mundo, expuso al servicio y los daños de Satanás. Tristemente –aunque esté lejos de creer- los seres humanos son esclavos de Satanás, porque han vendido su voluntad al originador del mal: "Porque el que es vencido por alguno, es esclavo de aquel que lo venció" (2 Ped.2:19). Esta esclavitud se ha reflejado a lo largo de los siglos, que han estado cargados de violencia, enfermedades, matanzas en más y otros géneros que han maltratado a la raza humana. La Biblia describe al ser humano de la siguiente manera: "Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino" (Isa.53:6).
Para lograr que tú recobraras nuevamente la plena libertad y felicidad con la que fuiste creado, Dios ha provisto un medio maravilloso: la venida de Cristo a esta tierra. El vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Tú y yo fuimos creados para ser felices; para vivir en armonía con nuestros semejantes y disfrutar de alegría y felicidad. Jesús ha dicho: "Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. (Juan 10:10).
Querido amigo o amiga que lees estas líneas, ven a Jesús, la fuente de la verdadera felicidad, que el Dios eterno ha provisto para ti. El quiere lo mejor para tu vida. El puede calmar la sed de tu alma, y el profundo anhelo de tu corazón será suplido.
Jesús ha hecho esta invitación: "Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correarán ríos de agua viva" (Juan 7:38). "El que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna". (Juan 4:14). Esta invitación es para ti. Acéptalo como el Señor de tu vida hoy, y encontrarás la felicidad que tanto has buscado.
La paz de Dios esté contigo y los tuyos.
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